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Declaración de la FIM sobre la Música en Línea

Adoptada por el XXII° Congreso de la FIM el 21 de mayo de 2021

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Desde los años 2000, el desa­rro­llo de las pla­ta­for­mas de des­car­ga, y pos­te­rior­men­te de los ser­vi­cios de strea­ming, ha con­traí­do y, al mis­mo tiem­po, amplia­do el mer­ca­do musi­cal. Sin embar­go, a pesar de la recien­te ace­le­ra­ción del cre­ci­mien­to de estas pla­ta­for­mas, el valor crea­do por sus ser­vi­cios no se ha repar­ti­do equi­ta­ti­va­men­te. De hecho, los intér­pre­tes que con su músi­ca con­tri­bu­yen a la crea­ción de este valor no reci­ben nin­gu­na com­pen­sa­ción (o una com­pen­sa­ción sim­bó­li­ca) cuan­do sus gra­ba­cio­nes se uti­li­zan en línea, con rela­ti­va­men­te pocas excepciones.

La apli­ca­ción de los prin­ci­pios fun­da­men­ta­les que se expo­nen a con­ti­nua­ción es esen­cial para, por fin, garan­ti­zar el pago de una remu­ne­ra­ción jus­ta a los intér­pre­tes musi­ca­les por la crea­ción de valor a tra­vés de su tra­ba­jo. Esta apli­ca­ción debe basar­se, en par­ti­cu­lar, en los meca­nis­mos pro­ba­dos de la ges­tión colec­ti­va o de la nego­cia­ción colectiva.

1. Derecho a una remu­ne­ra­ción justa

Todos los intér­pre­tes de músi­ca, ya sean reco­no­ci­dos o de estu­dio, deben reci­bir una remu­ne­ra­ción jus­ta por cada uso de sus gra­ba­cio­nes en línea, inde­pen­dien­te­men­te de la tec­no­lo­gía uti­li­za­da para acce­der a ellas o distribuirlas.

Cualquier acto que no cum­pla las con­di­cio­nes de una des­car­ga (elec­ción de la pis­ta + elec­ción del momen­to + elec­ción del lugar) no debe­ría estar cubier­to por el dere­cho del artícu­lo 10

2. Alcance del dere­cho de pues­ta a disposición

El dere­cho de pues­ta a dis­po­si­ción (Artículo 10 del Tratado de la OMPI sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas, WPPT por sus siglas en inglés) es el dere­cho exclu­si­vo de los artis­tas intér­pre­tes y eje­cu­tan­tes a “auto­ri­zar la pues­ta a dis­po­si­ción del públi­co de sus inter­pre­ta­cio­nes o eje­cu­cio­nes fija­das en fono­gra­mas, por medios alám­bri­cos o inalám­bri­cos, de for­ma que los miem­bros del públi­co ten­gan acce­so al fono­gra­ma des­de el lugar y en el momen­to que cada uno de ellos eli­ja”.

Este dere­cho se for­mu­ló en el momen­to de la tran­si­ción de la dis­tri­bu­ción físi­ca de con­te­ni­dos a la dis­tri­bu­ción digi­tal median­te des­car­gas. La evo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca que ha per­mi­ti­do el desa­rro­llo de las pla­ta­for­mas de strea­ming des­de 2008 no esta­ba en abso­lu­to pre­vis­ta cuan­do se adop­tó el WPPT en 1996. La comu­ni­dad de artis­tas intér­pre­tes o eje­cu­tan­tes nun­ca hubie­ra esta­do de acuer­do con el artícu­lo 10 si hubie­ra sido cons­cien­te de su apli­ca­ción erró­nea a todos los usos y ser­vi­cios pro­pues­tos por las plataformas.

El dere­cho de pues­ta a dis­po­si­ción está con­ce­bi­do para los casos en los que los usua­rios fina­les eli­gen qué músi­ca quie­ren escu­char, cuán­do y dón­de escu­char­la. Así, cual­quier acto que no cum­pla las con­di­cio­nes de una des­car­ga (elec­ción de la pis­ta + elec­ción del momen­to + elec­ción del lugar) no debe­ría estar cubier­to por el dere­cho del artícu­lo 10.

En par­ti­cu­lar, no debe­ría apli­car­se cuan­do se ofre­ce al con­su­mi­dor una selec­ción de pis­tas rea­li­za­da por un ter­ce­ro (una per­so­na físi­ca o un algo­rit­mo) para su escu­cha, tras un pro­ce­so de per­so­na­li­za­ción basa­do en la elec­ción de un esti­lo, un ambien­te, un artis­ta o cual­quier otro cri­te­rio que con­duz­ca a una “lis­ta de repro­duc­ción” limi­ta­da y preestablecida.

3. Adaptación de los mode­los de remuneración

La pre­ca­rie­dad eco­nó­mi­ca de los artis­tas intér­pre­tes o eje­cu­tan­tes (pues­ta de mani­fies­to duran­te la pan­de­mia de la Covid-​19) demues­tra que el dere­cho exclu­si­vo de pues­ta a dis­po­si­ción (art. 10 del WPPT), que pue­de ser cedi­do indi­vi­dual­men­te sin que medie nin­gu­na com­pen­sa­ción real, es en sí mis­mo inade­cua­do para abar­car el entorno tec­no­ló­gi­co actual. La elec­ción uni­la­te­ral de las pla­ta­for­mas y de la indus­tria fono­grá­fi­ca de apli­car este dere­cho a todas las for­mas de strea­ming, inde­pen­dien­te­men­te de su nivel de inter­ac­ti­vi­dad o per­so­na­li­za­ción, res­pon­de obvia­men­te a los intere­ses de estas industrias.

Los artis­tas intér­pre­tes o eje­cu­tan­tes que no son titu­la­res sue­len reci­bir un pago úni­co, a menu­do pura­men­te sim­bó­li­co, a cam­bio de la cesión de sus dere­chos exclu­si­vos al pro­duc­tor. Esta prác­ti­ca injus­ta les pri­va de la par­te que les corres­pon­de por los ingre­sos y el valor gene­ra­dos gra­cias a su con­tri­bu­ción crea­ti­va. Esta rela­ción con­trac­tual estruc­tu­ral­men­te des­equi­li­bra­da pue­de corre­gir­se recu­rrien­do a la nego­cia­ción colectiva.

En tér­mi­nos más gene­ra­les, la nego­cia­ción colec­ti­va cons­ti­tu­ye un medio legí­ti­mo y efi­caz para mejo­rar las con­di­cio­nes de cesión de los dere­chos exclu­si­vos de los artis­tas intér­pre­tes o eje­cu­tan­tes y su remu­ne­ra­ción una vez cedi­dos estos dere­chos al productor.

Como demues­tran las pro­tes­tas popu­la­res de los artis­tas intér­pre­tes o eje­cu­tan­tes, la situa­ción actual es insos­te­ni­ble. La eco­no­mía del strea­ming debe cam­biar de para­dig­ma para garan­ti­zar una remu­ne­ra­ción jus­ta para todos los intér­pre­tes y todos los tipos de usos en línea. En lo que res­pec­ta a los usos no inter­ac­ti­vos o par­cial­men­te inter­ac­ti­vos (lis­tas de repro­duc­ción), el dere­cho a la remu­ne­ra­ción pre­vis­to en el artícu­lo 15 del WPPT, que esta­ble­ce un repar­to equi­ta­ti­vo de los ingre­sos pro­ce­den­tes de los orga­nis­mos de radio­di­fu­sión y otros usua­rios, cons­ti­tu­ye un mode­lo de refe­ren­cia y un pre­ce­den­te pertinente.

4. Transparencia y acce­so a la información

Todos los artis­tas intér­pre­tes o eje­cu­tan­tes deben reci­bir y poder acce­der a infor­ma­ción deta­lla­da sobre el uso de sus gra­ba­cio­nes y los pagos a los que tie­nen dere­cho. Los impor­tes debi­dos a los artis­tas debe­rán pagar­se en las fechas espe­ci­fi­ca­das; dichos impor­tes debe­rán abo­nar­se inde­pen­dien­te­men­te de la can­ti­dad y sin que se defi­nan lími­tes máxi­mos ni míni­mos; y los artis­tas debe­rán poder veri­fi­car la con­for­mi­dad de las pla­ta­for­mas con la nor­ma­ti­va en vigor para garan­ti­zar que los pagos son correc­tos. Las leyes nacio­na­les debe­rán incluir dis­po­si­cio­nes que garan­ti­cen el ejer­ci­cio de estos derechos.

5. Valor de la música

La com­pe­ten­cia de pre­cios entre pla­ta­for­mas y la prio­ri­dad que dan a la valo­ra­ción por par­te de los mer­ca­dos (refle­ja­da en el pre­cio de las accio­nes) por enci­ma de los ingre­sos pue­de desem­bo­car en una deva­lua­ción de la músi­ca en una espi­ral des­cen­den­te en la que cada vez se pagan menos royal­ties al tiem­po que el pre­cio de las accio­nes no deja de aumen­tar. El cre­ci­mien­to desen­fre­na­do del mode­lo de acce­so a un reper­to­rio a tra­vés de licen­cias de pro­duc­ción median­te el pago de una tari­fa pla­na – cuyo pre­cio lle­va estan­ca­do más de diez años – no pare­ce capaz de pro­por­cio­nar sos­te­ni­bi­li­dad a lar­go pla­zo para el sec­tor crea­ti­vo, dado el mode­lo domi­nan­te de dere­chos prorrateados.

6. Un mode­lo cen­tra­do en el usuario

En la gran mayo­ría de los casos, el repar­to pro­rra­tea­do de los ingre­sos por strea­ming no remu­ne­ra el dere­cho de pues­ta a dis­po­si­ción de los artis­tas reco­no­ci­dos, inclu­so cuan­do su con­tra­to inclu­ye el pago de royal­ties tras la cesión de este dere­cho. En su lugar, crea una dis­tri­bu­ción de ingre­sos por cuo­ta de mer­ca­do híper-​eficiente. Esto no es acep­ta­ble. Tampoco es acep­ta­ble que los usua­rios fina­les paguen por una músi­ca que no escu­chan, o que la músi­ca que escu­chan no gene­re ingre­sos pro­por­cio­na­les para los artis­tas que la han crea­do. Esta fal­ta de corre­la­ción direc­ta entre lo que los usua­rios fina­les escu­chan y lo que pagan por ello es un pro­ble­ma fun­da­men­tal. Solo la adop­ción uni­ver­sal del mode­lo de dis­tri­bu­ción “cen­tra­do en el usua­rio” pue­de repa­rar esta injus­ti­cia tan­to para los usua­rios como para los artis­tas. Al per­mi­tir que las gra­ba­cio­nes, obras o esti­los “de nicho” gene­ren ingre­sos, tam­bién se pro­mue­ve la diver­si­dad y se fomen­ta la cul­tu­ra local. En este sen­ti­do, este mode­lo de dis­tri­bu­ción debe­ría apli­car­se y los mode­los eco­nó­mi­cos debe­rían adap­tar­se en consecuencia.

7. Duración de refe­ren­cia en el recuen­to de reproducciones

La dura­ción de las pis­tas varía con­si­de­ra­ble­men­te según el géne­ro musi­cal. Las dura­cio­nes pue­den ir des­de menos de dos minu­tos para un tema de varie­da­des has­ta varias dece­nas de minu­tos para un tema de jazz o músi­ca clá­si­ca. El recuen­to de repro­duc­cio­nes con dere­cho a pago debe tener en cuen­ta estas dife­ren­cias intro­du­cien­do un cri­te­rio de pro­por­cio­na­li­dad. Una pis­ta más lar­ga debe­ría dar lugar a varios pagos a medi­da que las escu­chas alcan­cen cier­tos umbra­les toda­vía por negociar.

Al limi­tar el ren­di­mien­to eco­nó­mi­co de las pis­tas muy cor­tas, esta adap­ta­ción evi­ta­ría que la ofer­ta musi­cal fue­se exce­si­va­men­te uni­for­me. También redun­da­ría posi­ti­va­men­te en la diver­si­dad al reorien­tar en par­te los pagos hacia géne­ros musi­ca­les menos popu­la­res, como el jazz o la músi­ca clá­si­ca. En tér­mi­nos más gene­ra­les, la crea­ti­vi­dad artís­ti­ca podría expre­sar­se más libre­men­te, sin limi­ta­cio­nes de tiem­po moti­va­das por obje­ti­vos de rentabilidad.

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